Una matanza de trabajadores de
salitre cometida en Iquique, ciudad chilena el día 21 de diciembre del 1907. Se calcula que
se vieron afectadas al menos 2000 personas, de las cuales, la mayoría, se encontraban realizando una
huelga para luchar por sus derechos.
La numerosa cantidad de personas que manifestaban a favor de algunos derechos que ellos consideraban justos, terminó llegando a Iquique, donde se alojaron en plaza Manuel Montt y en la Escuela Domingo Santa María. Su petitorio era el siguiente:
- Aceptar que mientras se supriman las fichas y se emita dinero sencillo cada Oficina representada y suscrita por su Gerente respectivo reciba las de otra Oficina y de ella misma a la par, pagando una multa de $ 50.000, siempre que se niegue a recibir las fichas a la par.
- Pago de los jornales a razón de un cambio fijo de 18 peniques. Libertad de comercio en la Oficina en forma amplia y absoluta.
- Cierre general con reja de fierro de todos los cachuchos y chulladores de las Oficinas Salitreras, o pena de pagar de 5 a 10.000 pesos de indemnización a cada obrero que se malogre a consecuencia de no haberse cumplido esta obligación.
- En cada oficina habrá una balanza y una vara al lado afuera de la pulpería y tienda para confrontar pesos y medidas.
- Conceder local gratuito para fundar escuelas nocturnas para obreros, siempre que algunos de ellos lo pida con tal objeto.
- Que el Administrador no pueda hacer arrojar a la rampa el caliche decomisado y aprovecharlo después en los cachuchos.
- Que el Administrador ni ningún empleado de la Oficina pueda despedir a los obreros que han tomado parte en el presente movimiento, ni a los jefes, sin un desahucio de 2 a 3 meses, o una indemnización en cambio de 300 a 500 pesos.
- Que en el futuro sea obligatorio para obreros y patrones un desahucio de 15 días cuando se ponga término al contrato.
Luego de un tiempo, llegaron órdenes expresas del presidente que esta desde Santiago, las cuales determinaban que los huelguistas abandonaran la plaza y la escuela y se ubicaran en el Hipódromo, para luego regresar en tren a las salitreras y reanudar su trabajo de mineros. Los pampinos se negaron, debido a que intuían que si regresaban a sus labores, su petitorio sería totalmente ignorado.
Luego de esto, el general Roberto Silva Renard, junto al coronel
Ledesma, tenían la misión de desalojar a los trabajadores en huelga. Se señaló
a las 14:30 horas, a los dirigentes del comité de trabajadores, que si no
salían del edificio abrirían fuego contra ellos. Ante la negativa de éstos, el
jefe militar reiteró que abriría fuego sobre los huelguistas a las 15:30 horas.
Pese a las amenazas reiteradas, sólo un pequeño grupo de trabajadores abandonó
la plaza, resultando los miles de muertos, todo sólo por unas peticiones justas y razonables.
Homenaje cantado y relatado de lo sucedido, hecho por Quilapayún
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